No sabía lo que quería contar
Empecé a escribir las primeras palabras de mi libro sin tener siquiera una idea precisa de la historia que quería contar !
Lo que sí sabía, es que quería un ambiente sombrío, incómodo, pesado. Quería que fuera un reflejo del personaje principal. Un personaje complicado, torturado y miserable.
Me sentí de inmediato muy cómodo con mi universo y con mi héroe !
Tanto así que después de apenas unas horas de escritura frenética, ya me podía enorgullecer de contar con las primeras quinientas palabras.
Obviamente, celebré a lo grande aquel impresionante hito…
Más largo que dos embarazos
A la par de mis primeras palabras, me dediqué a documentarme sobre el proceso de escritura. En particular me daba mucha curiosidad saber de cuántas palabras estábamos hablando : 10,000, 50,000, 100,000 ? Así que investigué un poco sobre el tema y lo que descubrí rápidamente es que no existía un rango de palabras típico para una novela.
Sin embargo, pude también averiguar que una novela, sin ser muy corta, pero tampoco tolstóica, podría tener entre 80,000 y 100,000 palabras. Por lo tanto, el científico en mí gritó a todo pulmón : 90,000 ! Y el mismo ingeniero se puso de inmediato a realizar un cálculo rápido…
A razón de 100 palabras por hora, terminar mi primera obra me iba a tomar unas 900 horas, sin contar la planificación previa, las miles de revisiones, los días sin inspiración…
900 horas !
O sea, escribiendo unas 2 horas cada noche, sin pausa los fines de semana, 365 días al año, me tomaría 450 días.
Un año y medio.
Eso equivalía a dos embarazos.
Imposible !
Ya he presenciado de muy cerca dos embarazos y es un proceso demasiado largo. Quería parir mucho antes.
Las semanas siguientes intenté escribir, pero ya no me salía tan naturalmente como en mis inicios. Me sentía desanimado. A este ritmo, mi libro no saldría ni en veinte años …
Necesitaba un plan.