
Acá va un pequeño extracto de “el secreto del niño”. Pero, primero, un poco de contexto !
El hombre está compartiendo unas copas con el sacerdote en un bar de provincia. Alternan temas profundos con temas más ligeros…
Dejó su mirada perderse entre las mesas de madera alrededor, unas pequeñas barcas perdidas en la acre neblina azul que cubría siempre aquella parte del océano. La bruma se estaba volviendo cada vez más densa con el paso de los minutos y el hombre sabía que era solo cuestión de tiempo para que terminara por engullirlas todas, una tras otra.
—¿Me estás escuchando? —le gritó el sacerdote, en un intento por cubrir el alboroto que imperaba en el bar.
—No, lo siento, pero no…
—¡Maldita sea! ¿Adónde te vas siempre cuando uno te habla?
El sacerdote infló sus mejillas, mantuvo el aire un momento y lo dejó escapar lentamente por la nariz. Al cabo de unos segundos, habiendo recobrado la calma, retomó el hilo de la conversación, articulando cada sílaba.
—Te estaba diciendo que el problema contigo es que siempre has vivido en el pasado. —Esa vez hizo una pausa para tomar un largo sorbo de vino blanco—. ¿Por qué nunca has querido vivir un poco más en el presente?
El hombre sonrió. El religioso ya estaba hablando de él en el pasado. «Somos realmente poca cosa». Pero el sacerdote tenía razón. Había vivido años encerrado en sus recuerdos con ella. Luego, años encerrado en su odio por ella. Y, al final, años tratando de escaparse de ella. Pero ella no tenía la culpa de su vida fallida. Ella se había alejado de él porque no podía ayudar a alguien que ponía toda su energía en fracasar.
—El presente de hoy será el pasado de mañana. ¿Para qué apurarme? Si espero un poco, este presente lo viviré, de todas maneras…
Se puso a reír y se levantó tan deprisa como su cuerpo adolorido le permitía. Y de repente, se dirigió hacia la barra sin tomarse la molestia de averiguar si había logrado desconcertar al religioso.
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