Escritura

Las etapas de la escritura: El cansancio

Cómo escritor, uno pasa por un sinfín de etapas, y se necesita valentía y determinación para superar los obstáculos que suponen la mayoría de ellas. Para mí, esas fueron las principales etapas que atravesé al escribir mi primera novela “el secreto del niño” :

1) Exaltación (ver la entrada https://alotroladodellibro.com/primera-etapa-la-exaltacion)
2) Cansancio
3) Frustración
4) Abandono
5) Reconciliación
6) Consistencia
7) Exaltación
8) Frustración

Hoy les contaré acerca de la segunda, la etapa del cansancio…

Después de tomar la decisión de escribir mi primera novela, me sentí invadido por un potente sentimiento. Una increíble exaltación se apoderó de mi mente ! Por fin no era más que una cuestión de tiempo para que pueda cumplir aquel sueño que me acompañaba desde que, aún niño, me pasaba horas de horas leyendo. Pronto iba a tener en las manos un libro de verdad, con mi nombre en la portada. Incluso lo iba a poder ver en medio de otros en una que otra librería de la ciudad.

Qué escritor novato no sentiría exaltación al tener esos lindos pensamientos ?

Desgraciadamente, no duró mucho.

Pasados los primeros momentos, la planificación y la escritura de las primeras páginas, llegó el momento de la verdad. Vino… el cansancio ! Con dos horas de escritura cada noche, lograba a lo mejor avanzar unas doscientas palabras. Y, por supuesto, llegaron las primeras noches de bloqueo donde, por más que me esforzara, no salía nada interesante de mis dedos.

Y entonces, tomó mucha importancia el hecho de tener una rutina bien marcada.

Servirme un té, abrirme un chocolate y prender una vela. Siempre. Realizar cada noche ese ritual sirvió para apaciguar mi mente y prepararla para entrar en modo “escritura”. De la misma manera que algunos tenistas disponen siempre sus cosas en el mismo lugar alrededor de su silla o realizan los mismos gestos antes de sacar, mi rutina me permitía relajarme, abstraerme del presente y focalizarme más fácilmente en el capítulo que estaba por escribir.

También tomó relevancia el hecho de haber practicado muchos deportes en mi juventud. Uno aprende que hay días “con” y días “sin”. Y que, cual sea el tipo de día que toca, no hay otra opción que la de jugar, sea un entrenamiento o un partido. Uno tiene que aprender a mitigar los días “sin”.

Al empezar a escribir, si me encontraba en un día “sin”, aprovechaba la primera hora para revisar lo escrito anteriormente. Luego, siempre me obligaba a escribir la hora siguiente. Sin importar lo malo que pudiera resultar. A veces logré plasmar por lo menos una idea que pude retrabajar al día siguiente. A veces no logré ni siquiera escribir algo que rescatar más adelante.

Sin embargo, muchas veces, logré desbloquearme después de unos minutos y tener el ritmo y la calidad de un día “con”. Pero lo más importante es que, así, no podía tener la excusa del día “sin” para no intentar avanzar. Porque es una de las excusas más potentes para dejar de escribir. Bajo el concepto del día “sin”, uno lo deja un día, luego dos, luego una semana, hasta abandonar el proyecto por completo.

Y esto, para mí… no era una opción !

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