Acá va un pequeño extracto de “el secreto del niño”. Pero, primero, un poco de contexto !
El hombre está sentando con el niño y este está compartiendo sus sueños y sus aspiraciones para su futuro y su vida en general. Como es su costumbre, el hombre se pierde en sus pensamientos. Reflexionando sobre su propia vida, hace un paralelo con sus propios sueños :
Por supuesto, había tenido sueños. Como cualquier otro niño. Iba también a ser astronauta, policía, doctor. Más que todo, gracias a su imaginación hiperbólica y a sus superpoderes, iba a cambiar el mundo. No necesitaría una varita mágica porque él era la varita mágica que necesitaba el mundo para ser un lugar mejor.
Por supuesto, unos años después, el cándido altruismo del chiquillo había dejado sitio a un prosaico egoísmo de adolescente. Antes de cambiar el mundo, quería comérselo. Nada ni nadie le resistiría, porque era invencible. Y hambriento.
Y por supuesto, poco a poco, el adulto se había dado cuenta de que el mundo no le necesitaba tanto como él al mundo, por tan triste, injusto e inmoral que fuera. Y había entendido que, lamentablemente, no iba a poder cambiarlo nunca.
La varita mágica se había roto.