El terror de los escritores
Es el terror número uno de los escritores y, desgraciadamente, ocurre al cien por ciento de nosotros, por lo menos una vez. Tarde o temprano durante el proceso de escritura de una novela, uno se sienta frente a la computadora (o una hoja blanca para los más tradicionales), se concentra, respira y … nada !
En mi caso, muchas veces, no logré ni escribir la primera palabra de la primera frase. No encontraba la manera de empezar una sola oración.
Y es que escribir es un proceso mental y, claramente, existen un montón de elementos tanto internos como externos que pueden influir en la productividad del día (o de la noche, en mi caso).
Si al sentarte para empezar a escribir, tu mente está todavía agitada con tu última reunión de trabajo o lo está con la del día siguiente, si sigues repasando la lista de cosas que tienes que terminar para ir de vacaciones o si uno de tus hijos ha tenido un día muy retador para tu equilibro emocional, puede resultar difícil entrar en el estado mental que necesitas para ser productivo.
Puede influir también factores externos como el lugar donde te encuentras, el ruido, un viaje que te impidió tener constancia en la escritura, visitas.
Pero, a veces, no hay una razón especial y, simplemente, nada bueno sale de tus dedos. Por más que te quedes dos horas intentándolo.
Felizmente, hay unos trucos para vencerlos …
Ya mencioné en otra entrada la importancia de tener una rutina de escritura para minorar el riesgo de padecer de uno de ellos. Casi la totalidad de los escritores reconocidos (y no tan reconocidos) y de los coaches de taller de escritura lo recomiendan : es mejor escribir cien palabras cada día que mil palabras una vez cada semana. Porque entre otras ventajas, te mantiene conectado con la historia, los personajes, el ambiente. Y esta conexión limita el riesgo de bloqueo.
Pero hay otra buena práctica que me ha salvado cuantiosas veces a lo largo de la escritura de mi primer libre “El secreto del Niño” : una buena preparación.
Específicamente una descripción minuciosa de cada capítulo como uno de los pasos imprescindibles antes de lanzarme a escribir el libro propiamente hablando :
• De qué trata (resumen muy detallado del capítulo)
• Lo que se va a contar y no lo que no se debe contar (muchas veces es importante mantener secreta una información para más adelante; no desvelar todo directamente, para mantener el suspenso o algo de misterio, por ejemplo)
• Cuando ocurre (en relación con los demás capítulos, sobre todo si la historia no es linear; el objetivo es evitar incongruencias)
• Donde ocurre (ayuda para no olvidar de describir correctamente el entorno y a evitar también incongruencias)
• El número aproximado de palabras (para evitar dar demasiado importancia a una escena y demasiado poca a otra, me ayudó un montón a balancear mi historia y a no desviarme del tema principal de cada capítulo al momento de escribirlo. Es tan fácil emocionarse y escribir un sinfín de palabras para una sola escena de la historia, solamente porque uno se encuentra en un día de mucha inspiración !)
En mi caso, después de escribir un resumen detallado de la historia, lo corté en capítulos siguiendo las escenas principales de la historia. Me aseguré de que la totalidad del resumen estuviera presente en la lista de capítulos. Y los ordené según cómo deseaba que aparezca la información (hay muchos flashbacks en mi libro). Luego les di a cada uno un peso en número de palabras (según importancia de la escena). Añadí la información que mencioné arriba (donde, cuando, qué, qué no, etc.)
Gracias a esta preparación minuciosa (y demandante, esto sí), para cada capítulo sabía exactamente sobre qué parte de la historia tenía que escribir y cómo se encajaba con el resto. No tenía que inventarme nada. Solo respetar el resumen del capítulo.
Pude así evitar sufrir bloqueos ? No. Pero limitar su cantidad, segurísimo !